Desconfía de aquellos que te enseñan listas de nombres, fórmulas y fechas y que siempre repiten modelos de cultura que son la triste herencia que aborreces. No aprendas sólo cosas, piensa en ellas y construye a tu antojo situaciones e imágenes que rompen la barrera que aseguran que existe entre la realidad y la utopía.
Vive en un mundo cóncavo y vacío, juzga cómo sería una selva quemada, detén el oleaje de las rompientes, tiñe de rojo el mar, sigue a unas paralelas hasta que te devuelvan al punto de partida, coloca el horizonte en vertical, familiarízate con la locura.
Después sal a la calle y observa: Es la mejor escuela de tu vida.